Gracias
Esta semana lo pensaba de mil maneras, lo pensaba tanto que necesitaba lanzarlo al aire por si te sirviese a ti. Soy muy cabezota y últimamente estoy trabajando lo de decir de verdad lo que siento y no otra cosa. Soy celosa de mis miedos pero tengo tantas ganas de desnudarme que sería capaz de hacer saltar mi vulnerabilidad por los aires si conseguimos mirarnos como si nada más existiese.
También quiero aprender a dar más las gracias. A ti, por leerme 5 minutos en tu semana y por abrir este mail. A los que me han empujado cuando ni yo misma creía que sería posible. Al ‘sí’ que tienes en la boca y al ‘sí’ que tengo dentro y que pronuncio sin miedo. A los errores que he cometido desde que tengo uso de razón. A ellos les debo que ahora mismo esté construyéndome teniendo claro lo que no. Lo que vale va cambiando pero no me asusta —y también sé mejor que nunca lo que es un absoluto sí—. A las veces que hice algo dudando y que me sentí valiente. Agradezco cada sonrisa que alguien me ha dedicado. También al desconocido que me ha ayudado alguna vez por la calle cuando andaba sola y perdida.
Doy gracias por el tiempo, por el mío y por el tuyo, por el que he decidido dedicarte. Por las rupturas, por los tropiezos. Por los abrazos cuando menos me los merecía, que te voy a contar. Por llamarte sabiendo que me vas a coger el teléfono. Por darte los buenos días. Agradezco cada atisbo de pánico y de pasión, cada vez que me sobrepasé y di de más, cada palabra que pronuncié temblando, cada vez que he podido decir ‘te quiero’. Cada vez que me he sentido feliz sin peros, ni porqués. Gracias a las barbacoas de verano, a poder sentarme enfrente de ti con una botella de vino. A cruzarnos por casualidad. A las oportunidades que me dieron y a esa confianza ciega que me impulsó. Gracias, también, a cada rechazo que ha acabado transformándose en seguridad en quién y en cómo soy. A mis cicatrices, que han crecido a mi lado, bien cerquita, para recordarme que todo pasa. A las personas que ya no están, a su huella. A sus pisadas firmes.
Y también a mí, por sentir que tengo el coraje para estar recorriendo los caminos que me hacen respirar más fuerte.