Bases militares: las que son y las que no parecen
No hay duda de que el paso del tiempo les suaviza a los hechos sus rasgos y texturas, haciéndolos tersos y hasta neutros, y sobre todo digeribles; logrando así que lo que en su momento provocó fuertes reacciones se termine aceptándolo más tarde con familiaridad, resignación o indiferencia. Eso ha pasado con las bases militares que Estados Unidos ha ido implantando por décadas en esta América que con orgullo llamamos Nuestra, pero que en verdad más parece ser suya, aunque no nos demos cuenta. Porque esas bases, incrustadas en nuestros territorios por voluntad del Imperio yankee con la servil complicidad de muchos de nuestros gobiernos, han dejado con el tiempo de causar la alarma o indignación que provocaron al principio, dado que, por su permanencia en esos territorios nuestros, han terminado por parecer parte del paisaje.
Bien, quizás echar una atenta mirada a ese paisaje nos ayude a refrescar un poco la memoria; y de paso nos muestre también algunos cambios recientes e importantes que lo están modificando en buena parte, pero por supuesto, para nada en favor nuestro.
Empiezo por Centroamérica, que más parece colonia directa o extensión territorial de Estados Unidos que conjunto de pequeños países soberanos. Estados Unidos mantiene el control político de sus gobiernos serviles, y poco a poco, desde hace unos años, aumenta el control religioso por obra de la creciente penetración del pentecostalismo estadounidense.