Javier González, gerente de Ventas de Biocryptology

La biometría y la última milla del e-commerce

Dado que que la última milla supone aproximadamente el 50% del coste de la cadena de suministro, no cabe duda de que mejorar la eficiencia de ese punto impactará muy positivamente en el precio del producto final.
04/03/2021 a las 20:12 h

Durante los últimos meses hemos asistido a un crecimiento sin precedentes del comercio electrónico. Sin duda el confinamiento y las restricciones en la movilidad que hemos padecido tienen gran parte de la culpa. Gran parte del mérito de ese crecimiento también habría que atribuírselo a una industria logística que ha estado al pie del cañón en esos momentos críticos, demostrando una preparación y capacidad de adaptación extraordinaria.

Las cifras no son claras aún. En función de la fuente a la que se acuda y el sector e industria concretos, se habla de unos números u otros, pero todos afirman que ha habido una media de crecimiento en el e-commerce superior al 30% durante los meses de máximo confinamiento. Incluso en el gran consumo se habla de cifras de más del 100%. En todo caso, es evidente que el efecto del confinamiento no ha hecho más que acelerar un proceso que venía trazando un camino ascendente en los últimos años.

Uno de los mayores problemas para la rentabilidad de los e-commerce, que ya existía previamente, es la gestión de la última milla. Ese tramo final de la cadena logística que se encuentra entre el último punto de almacenamiento y el destinatario final, es engorroso por las entregas fallidas y la complejidad de optimización de las rutas y horarios.

Las entregas fallidas, provocadas por la imposibilidad de entregar un envío a su destinatario, fundamentalmente, por la ausencia de éste en el momento de la entrega, en el caso de entregas domiciliarias hablamos de cifras que pueden llegar a un 20%. Esto es sin duda una ineficacia tremenda en términos de rentabilidad y repercute en otros problemas preexistentes en nuestras ciudades, cómo son el incremento de tráfico y la contaminación, al aumentar la media de desplazamientos por paquete realizadas.

[sumario]En el caso de entregas domiciliarias, las entregas fallidas por ausencia del destinatario pueden llegar al 20%”.[/sumario]

En paralelo, la necesidad de aumentar el distanciamiento social que padecemos por la Covid-19 están generando un incremento en los volúmenes de fraude en las entregas. La identificación del destinatario en el punto final no siempre se hace de una manera fehaciente ni adecuada y provoca que aumenten las entregas con recogida falsa, y también las ciertas pero reclamadas fraudulentamente.

Hay diferentes soluciones que permiten mejorar la ratio de volumen de entregas fallidas, como la recogida en puntos de conveniencia y la entrega en buzones o casilleros inteligentes. Ambas soluciones permiten al transportista y destinatario disponer de una mayor sincronización entre el momento de entrega y recogida real. Estas soluciones, no han parado de evolucionar y aún se encuentran en una fase muy temprana de implantación masiva en nuestras ciudades.

En cuanto a la mejora de la identificación del receptor para reducir el fraude, hay diversas soluciones con enfoques variados, como el uso de firma en tablets, lectura de códigos de barras o QR, códigos OTP y otras similares. Las más sólidas aportan algún tipo de verificación del receptor mediante el uso de sistemas biométricos. Si bien todas ellas mejoran la identificación básica, no son plenamente seguras y no pasan por ser soluciones propias de cada compañía.

Algunas respuestas a este tipo de mejoras vienen de la colaboración entre diferentes tipos de proveedores tecnológicos, logísticos y de servicios, que desarrollan plataformas abiertas donde se combinan optimizadas soluciones. Como es el caso de la incorporación de la identificación biométrica de los usuarios para la apertura de buzones inteligentes. El receptor del paquete ya no necesitará introducir un código en un teclado y podrá abrir el locker identificándose con su móvil y su biometría. Asimismo, podrá utilizar su huella dactilar, iris o cara en el momento de compra en la web de la empresa.

Si tenemos en cuenta que la última milla supone aproximadamente el 50% del coste de la cadena de suministro, no cabe duda de que mejorar la eficiencia de ese punto impactará muy positivamente en el precio del producto final. Y no sólo en el importe. La satisfacción y experiencia positiva obtenidas por el consumidor serán claves en la adopción de estas tecnologías y permitirán que se incremente este tipo de comercio con mayor seguridad y trazabilidad.

 

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