Está en boca de todo el mundo que se dedica al transporte, la logística, la distribución o el ecommerce, el intenso debate existente sobre la distribución de última milla y de última yarda.

La situación actual en las ciudades esta “invitando” a este debate, el actual sistema de distribución no es nada sostenible, en el ámbito del tráfico se estipula que casi un 40% del tráfico de una ciudad se relaciona con el reparto de envíos, una gran mayoría de ellos, envíos de ecommerce.

El impacto medioambiental es importante, a lo que se suman otro tipo de perjuicios como las horas perdidas en atascos no solo de los conductores que realizan la labor de distribución, sino la de todos y cada uno de los trabajadores que han de desplazarse hasta sus puestos de trabajo. El nivel de atascos comienza a volver a la “vieja normalidad”, aun y cuando en pandemia se demostró que el teletrabajo es una opción mas que viable, pero ese es otro debate.

Tampoco podemos olvidar que el actual sistema de reparto es insostenible a nivel económico; las principales plataformas de ventas online incluyen el transporte en sus precios, mejor dicho, dicen que EL TRANSPORTE ES GRATIS, impactante frase en el ámbito del marketing, pero que quita al transporte el verdadero “valor” que tiene en la operación. Recordemos que sin transporte, por mucho que se venda en el entorno digital, no existe nada.

Estas acciones de marketing generan una presión sobre el precio del servicio, por lo que cada entrega que se hace, se paga menos por ella, llevando poco a poco a un callejón sin salida a muchas empresas, y en consecuencia a sus trabajadores, cada vez más precarios.

Y también es insostenible el sistema actual si hablamos de operativa; ver aparcadas 4 furgonetas delante de una puerta, de 4 empresas de transporte distintas, para entregar cada una 1 paquete al mismo destinatario, no tiene ni pies ni cabeza

¿Qué dice comprador de todo esto?

Es tal el debate, que el comprador de ecommerce cada vez tiene mayor conciencia de lo que está sucediendo; como compradores, tenemos la conciencia de que el sistema actual no es sostenible, sobre todo desde el plano medioambiental. Los planos operativos y económicos son algo más “escondidos” para el comprador, pero si tiene claro que por ejemplo la contaminación, la alta densidad de tráfico etc, son un lastre medioambiental importante.

Pero cuando el comprador hace click para finalizar la compra, el “poder” del paquete posee al comprador, y toda la conciencia medioambiental desaparece. El click activa en muchos unos instintos escondidos, quieren recibir su envío en el menor tiempo posible, en la franja horario que desea, aun y cuando esto no sea lo que esté contratado entre vendedor online y su proveedor de transporte.

La situación es muy similar a la que se daba antes de la prohibición del uso de bolsas de plástico en las compras de grandes superficies, todos teníamos claro que no era sostenible, pero las reclamábamos cuando hacíamos la compra, olvidando el discurso medioambiental.

¿Cuándo cambio la situación?

Cuando las autoridades decretaron la prohibición de que fueran gratuitas, desde ese momento, todos admitimos llevar nuestra propia bolsa, y si no la tenemos, pagar por una de plástico.

¿Qué ocurrirá con la distribución de envíos en las ciudades?

Ocurrirá como en el caso de las bolsas, las autoridades terminaran tarde o temprano por regular el acceso de los vehículos a las ciudades, el acceso a las zonas de carga y descarga etc. La entrega de los envíos en mano, en nuestro domicilio no podrán ser como en la actualidad, estarán marcadas por las restricciones que las autoridades impongan, por lo que su coste también cambiara. Deberemos de acostumbrarnos a pagar por recibir un envío en nuestro domicilio, o activar otras soluciones como la entrega en puntos de conveniencia.

El gran problema de todo esto será ver que políticas adoptan en la administración local de cada ciudad, ya que es una competencia plenamente municipal, y nos podríamos encontrar con restricciones distintas, tal y como está ocurriendo en la actualidad entre la Zona de bajas Emisiones de Barcelona y Madrid 360º (el antiguo Madrid Central).

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

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